Bailey se había negado, aconsejado por su agente, a realizar entrenamientos privados con varias franquicias. No le interesaba lo más mínimo jugar para algunas de ellas, especialmente las que tenían las primeras elecciones en el draft. Incluso su agente, según informaciones de Estados Unidos, llamó a esos equipos para pedirles que no le seleccionaran porque no estaba interesado en jugar allí.
Pero los Jazz hicieron oídos sordos y ejercieron su derecho para elegirlo en el puesto número cinco de la primera ronda. Sin embargo, los peores presagios se confirmaron cuando Bailey se negó a viajar a Utah junto con el otro jugador seleccionado esa noche.
Su idea era la de forzar a negociar un traspaso a otra franquicia para la que él sí quisiera jugar. Pero los Jazz se han cerrado en banda y le han dejado claro que o juega para ellos o no jugará en la NBA. Así que no le ha quedado otra a Bailey que prometer que estará este sábado para comenzar los entrenamientos. Otra cosa será con qué actitud se presentará. Si no es buena, no tendrá sitio en la plantilla, pero tampoco en ningún otro lugar de la liga.