El de Oceanía, que el año pasado había sido eliminado en las series en la cita olímpica de París, terminó la prueba en ocho minutos, 33 segundos y 88 centésimas, con siete de ventaja sobre El Bakkali (8:33.95), relegado a la plata, mientras que el bronce fue para el keniano Edmund Serem (8:34.56).
Para el atleta neozelandés se trata de su mayor éxito hasta el momento, después de haber sido campeón mundial en pista cubierta en los 1.500 metros el año pasado.
Pero la imagen de la final fue la de S. El Bakkali llorando desconsolado tras ver cómo se le había escapado el oro de las manos.
El norafricano había iniciado precisamente en Tokio, en los JJ. OO. de hace cuatro años, su hegemonía en esta prueba.
Giro inesperado en Tokio
Se colgó allí el oro, como hizo después en los Mundiales de Eugene 2022 y Budapest 2023, y en París 2024.
Soufiane había conseguido remontar en la última vuelta y antes de la última curva se había puesto en cabeza, tras el último obstáculo, lo que parecía dejarle vía libre hacia la victoria.
Pero de la nada apareció Geordie para ganarle en un esprint que hizo vibrar al Estadio Nacional de Tokio y que brindó una de las sorpresas de lo que va de Mundial.