Virgil van Dijk. Matthijs de Ligt. Micky van de Ven. Nathan Aké. Jurrien Timber. Denzel Dumfries. Jeremie Frimpong. Frenkie de Jong. Ryan Gravenberch. Tijani Reijnders. Xavi Simons. Cody Gakpo. La actual selección holandesa está absolutamente repleta de calidad.
Puede que no tenga tanta potencia ofensiva como las versiones del pasado, pero muy pocas -si es que alguna- han tenido tanta fuerza en profundidad en el centro del campo y en la defensa como ésta.
Y, sin embargo, habría que ser muy valiente para decir que este grupo de jugadores es el que finalmente convertirá a su nación en campeona del mundo.
¿Por qué? Por el hombre que los dirige.
Un paso adelante, dos pasos atrás
Por primera vez desde que comenzó su segunda etapa como seleccionador de Países Bajos a finales de 2022, parecía que Ronald Koeman estaba llevando a su nación en la dirección correcta cuando la condujo a dos empates contra España en los cuartos de final de la Liga de Naciones allá por marzo.
Una lesión de Denzel Dumfries le obligó a cambiar su sistema habitual, en el que el jugador del Inter se lanzaba al ataque y Xavi Simons jugaba (y normalmente lo pasaba mal) como extremo invertido, por otro en el que Lutsharel Geertruida se metía en el centro del campo desde el lateral derecho y Jeremie Frimpong se quedaba por delante de él, y funcionó a la perfección.
Frimpong causó estragos, y la presencia de un lateral invertido por detrás de Reijnders permitió al centrocampista adelantarse y aportar dinamismo al equipo.
Tuvieron la mala suerte de caer en la tanda de penaltis tras empatar 2-2 y 3-3, y de no haber sido por la expulsión de Jorrel Hato en el partido de ida, podrían haber pasado de ronda.
Había aguantado el tipo contra el mejor equipo de Europa, y el futuro parecía tan brillante como sus camisetas de cara a la fase de clasificación para el Mundial.
Y entonces Koeman se deshizo del nuevo sistema.
Insistió en recuperar a Dumfries para el primer partido de clasificación, contra Finlandia, y volvió a jugar con dos centrocampistas de contención, con la entrada de Gravenberch y el desplazamiento de Reijnders a la posición de número 10. El resultado fue un 2-0 nada espectacular.
Tras golear a Malta (8-0), el ex de Valencia y Barcelona se replegó para un choque clave contra Polonia, y aunque los neerlandeses controlaron la posesión del balón, no fueron capaces de crear un gran número de ocasiones y se vieron castigados cuando su rival empató en la segunda parte (1-1).
En ambos partidos, el centro del campo se mostró demasiado estático, el extremo situado por delante de Demzel fue ineficaz y el equipo en su conjunto impresionó mucho menos que en los partidos contra España.
La decisión de volver a su sistema habitual es uno de los muchos problemas que le ha acarreado ser un entrenador muy anclado en sus costumbres, y ante Lituania se pusieron más de manifiesto.
Inamovible
En aquel partido, Koeman decidió alinear de inicio a Stefan de Vrij y Nathan Aké, ambos en la treintena y que apenas han jugado en lo que va de temporada. Los eligió por delante de Jurrien Timber, que ha estado destacando en el Arsenal.
En el otro extremo del campo, Wout Weghorst, de 33 años, fue el único delantero en el banquillo en un partido que habría sido una oportunidad perfecta para echar un vistazo a una opción más joven como Mexx Meerdink o Emanuel Emegha. Están causando sensación en AZ y Estrasburgo, pero aún no han sido convocados a pesar de la necesidad de una alternativa mejor a Memphis Depay, que se convirtió en el máximo goleador nacional, pero ya ha pasado su mejor momento.
En el partido que siguió, esas decisiones de mantener a la vieja guardia estuvieron a punto de conducir a lo que habría sido el resultado más humillante de la historia de la nación.
Permitieron que Lituania empatara después de adelantarse por dos goles, en parte debido a los problemas de De Vrij, y no pudieron remontar la desventaja después de ir ganando por 3-2. Weghorst no tuvo ninguna influencia desde el banquillo, con sólo siete toques.
Los hombres de Koeman lograron la victoria, pero Lituania se convirtió en el país que menos goles ha marcado contra Holanda, por lo que no podrá volver a casa con la cabeza bien alta.
A pesar de todo, no espere que empiece a dejar paso a jugadores más jóvenes. En los últimos años, sólo ha incorporado nuevos futbolistas a su grupo si han hecho algo realmente notable en su club.
Gravenberch no jugó ni un solo minuto en la Eurocopa del verano pasado, y sólo se le dio una oportunidad después de que Arne Slot lo convirtiera en uno de los mejores centrocampistas de contención del mundo en el Liverpool.
Sem Steijn fue convocado por primera vez contra Lituania, pero sólo después de haber marcado 30 goles en el FC Twente, fichar por el Feyenoord y ser nombrado capitán.
En lugar de descubrir y desarrollar talentos por sí mismo, Ronald prefiere sentarse a esperar a que éstos le impidan ignorarlos.
Lo mínimo indispensable
Todo lo anterior ha provocado que la inmensa mayoría de los aficionados holandeses deseen la destitución de su seleccionador, temerosos de que esté a punto de desperdiciar su mejor plantilla en más de una década.
Sin embargo, aunque es improbable que lleve a los holandeses a la gloria el año que viene, que R. Koeman no los dirija en absoluto en el Mundial es aún más improbable.
Ganar a Malta, Finlandia y Lituania y empatar con Polonia es todo lo que hace falta para asegurarse un puesto en el Mundial, y a pesar de todos sus defectos, lo más probable es que lo consiga. Incluso si no lo logra y se clasifica a través de la repesca, la KNVB no se atreverá a sustituirle.
No es lo suficientemente bueno como para sacar el máximo partido de la mejor selección neerlandesa de los últimos años, pero tampoco lo suficientemente malo como para dejar paso a otro que lo intente.
Así las cosas, es difícil que el próximo verano haya demasiadas alegrías en Norteamérica.
