El primero en reconocer que no tenía nada que hacer después de llegar con una hora y media de desventaja respecto a la cabeza fue Carlos Sainz (Ford), el vigente campeón: "Queda todavía muchísima carrera. Evidentemente, mis opciones de ganar han desaparecido. Pero como digo, si puedo ayudar al equipo, puedo aprender y puedo probar alguna cosa, pues mejor", explicó el madrileño.
Y es que el tetracampeón compitió con la parte trasera del raptor destrozada durante cerca de 600 kilómetros y sufrió varios incidentes que le impidieron ser competitivo: "El resumen es que todo ha salido mal. Ayer tuvimos el accidente y perdimos bastante tiempo y después nos perdimos. Y esta mañana hemos tenido otro pinchazo", dijo.
"Luego nos hemos perdido mucho tiempo en un sitio en el que no éramos capaces de encontrar el camino. Dos días para olvidar, muy difíciles de aceptar nada más empezar la carrera", lamentó un Sainz que se despide virtualmente de la prueba, aunque seguirá compitiendo.
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Peor todavía les fueron las cosas a Cristina Gutiérrez (Dacia) y Pablo Moreno, que tras una primera etapa espectacular, esta vez no pudieron finalizar la etapa y llegaron al campamento de Bisha por carretera. Un duro golpe para la burgalesa, sin opciones.
Salvo catástrofe general en la parte de delante, Tampoco podrá pelear por el triunfo final Nani Roma (Ford), que atravesó un mar de contratiempos y vio como su coche se paraba en el kilómetro 766 con problemas mecánicos realmente graves.
Los Toyota siguen confirmando su candidatura como principales favoritos. El triunfo en la maratón del Dakar se lo embolsó el saudí Yazeed Al-Rajhi (Toyota), después de una gran lucha durante casi 11 horas de conducción con el también árabe Nasser Al-Attiyah (Dacia), ganador moral de la etapa.
Después del primer gran desafío de la 47ª edición, el nuevo líder es el sudafricano Henk Lategan (Toyota), que ha realizado un soberbio tercer puesto y se ha aprovechado del baile de estrategias de los favoritos, colándose en las apuestas inesperadamente.