El Benfica-Nápoles es un duelo que une presente y pasado, porque en Da Luz los azzurri se reencontrarán con José Mourinho, un personaje muy querido y odiado a partes iguales dependiendo de la afición, en la reciente historia de la Serie A y ganador, además, con la Roma del penúltimo trofeo europeo levantado por un club italiano.
Este miércoles, The Special One dirige a un Benfica en serios apuros en su camino en la Champions: sólo ha conseguido tres puntos en las primeras cinco jornadas, gracias a la victoria del pasado25 de noviembre en el campo del Ajax, tras una serie de derrotas duras, incluida la dolorosa caída en casa ante el Qarabag en el debut.
En la liga la situación tampoco es tranquila: el Benfica está por detrás tanto del Oporto, líder, como del Sporting de Lisboa, con el que empató el derbi de la capital lusa en la última jornada. El Oporto está a ocho puntos, el Sporting a tres: Mourinho debe gestionar las energías y no podrá gastar demasiados recursos en Europa, teniendo en cuenta que la lucha interna, la más importante para los encarnados, podría complicarse aún más.

La reacción
El Nápoles, en cambio, llega al partido con un ánimo totalmente opuesto. El equipo de Antonio Conte ha recuperado unidad y confianza tras la importantísima victoria ante la Juventus. Un triunfo que ha confirmado el liderato y ha certificado la solidez del grupo, que había sido puesta en duda tras el tropiezo ante el Bolonia y la breve pausa de reflexión del técnico.
Fueron días de “libertad total” que sirvieron tanto al entrenador como a la plantilla para recargar energías y volver con fuerza. Prueba de ello son las cinco victorias consecutivas logradas desde entonces, incluidos los triunfos ante la Roma en liga y frente al Qarabag en Champions.

Tres finales
Los partenopeos, sin embargo, siguen rezagados en Europa. La actual 20ª posición en la clasificación del grupo único de la Champions, con siete puntos en cinco partidos, todavía puede ser un punto de partida. En Nápoles, muchos mantienen viva la ambición de meterse entre los ocho primeros.
No obstante, para lograrlo hará falta una hazaña. Con la octava plaza prevista en 13 puntos tras la sexta jornada, un tropiezo en Lisboa dejaría al Nápoles emasiado lejos del objetivo a falta de dos jornadas.
Por eso, la cita en Da Luz es la primera de tres finales: tras el Benfica, en enero, tocará visitar al Copenhague en Dinamarca y, por último, recibir al Chelsea en el Maradona, en lo que podría ser un auténtico duelo directo para evitar los play-off y sellar la clasificación directa a octavos.
