El City había perdido sus cinco últimos partidos en todas las competiciones, la peor racha en toda la carrera del técnico Pep Guardiola. Resulta irónico, por tanto, que el español de 53 años firmara un nuevo contrato de dos años con el club cuatro partidos después de esta mala racha de resultados.
Al menos, la mala racha se detuvo con este reñido 3-3, pero a costa de desperdiciar una ventaja de tres goles contra el Feyenoord. Los tres goles encajados en los últimos 15 minutos provocaron los abucheos de los aficionados al pitido final, y bastantes de ellos expresaron sus sentimientos hacia los jugadores salientes.
Sin embargo, con el Liverpool como líder a la vuelta de la esquina, ¿pueden pensar los seguidores del City que su equipo ha recuperado el rumbo? Si el City pierde ese partido, se situará a 11 puntos de los Reds, e incluso en esta primera fase de la campaña de la Premier League, Guardiola ha admitido libremente que sería una diferencia demasiado grande para recortarla.
Choque de trenes en Anfield
Con este rendimiento, el último equipo al que quieren enfrentarse es el Liverpool. Después de haber encontrado su forma de marcar goles, su fragilidad bajo presión todavía necesita ser abordada.
Los aficionados del City no son los más ruidosos en los mejores momentos, pero sin duda se esforzaron más en la primera parte, en la que su equipo vio cómo se bloqueaban o salvaban ocasiones. Sin embargo, de vez en cuando se oían gritos de "adelante" cuando el City buscaba un hueco. De repente, el estilo de juego paciente del City impacientó a los aficionados.
Los ruidosos seguidores del Feyenoord aprovecharon el nerviosismo de los locales para cantar el himno del Liverpool "You'll Never Walk Alone" y corear el nombre del entrenador de los Reds, Arne Slot. Esto provocó la reacción del Etihad.
La pausa que necesitaban llegó justo antes del descanso, cuando Erling Haaland fue objeto de un polémico penalti que el guardameta del Feyenoord , Timon Wellenreuther, protestó largo y tendido. Haaland tuvo que esperar antes de rematar a la red desde los doce metros, lo que provocó un clamor de alivio en el Etihad, a pesar de que el internacional noruego no se había mostrado muy confiado antes del gol.
Después de 18 trofeos en sus ocho temporadas completas en el City, más el histórico triplete de 2023, parecía ridículo estar hablando de un equipo y un entrenador en crisis, pero es precisamente por este historial estelar por lo que la forma actual no tiene precedentes.
Pero dos goles rápidos al comienzo de la segunda parte de Ilkay Gundogan y Haaland hicieron que Guardiola pasara más tiempo en el banquillo en lugar de merodear por la zona técnica, con un aspecto frustrado durante la primera parte.
El descuido de la zaga permitió a los visitantes volver a meterse en el partido por mediación de Anis Hadj Moussa, y Guardiola volvió a ser una presencia visible. El Feyenoord recortó distancias y se oyeron algunos abucheos de los aficionados locales.
Como dijo Sir Alex Ferguson, había llegado la hora de la verdad. Y así fue. Con dos goles más, el Feyenoord empató y los aficionados echaron humo al sonar el pitido final.
Guardiola probablemente pensó que su suerte había cambiado y, aunque nadie duda de la calidad de sus jugadores, ahora se cuestiona su carácter.