Inglaterra ha logrado defender con éxito su título, a pesar de haber estado cerca de la eliminación en varias ocasiones durante las rondas eliminatorias. Sin embargo, este fue solo uno de los muchos relatos que marcaron el año.
Estadios más grandes, públicos más numerosos
A medida que el fútbol femenino crece, también lo hace la inversión. Uno de los indicadores más claros ha sido el uso cada vez mayor de grandes estadios, especialmente en Inglaterra. Arsenal ha sido pionero, organizando de forma habitual los partidos femeninos en casa en el Emirates Stadium, junto al equipo masculino.
El Chelsea ha seguido el mismo camino. Al inicio de la temporada, el club anunció que su equipo femenino -campeón de la Women’s Super League durante seis temporadas consecutivas- disputaría más partidos en Stamford Bridge. Hasta entonces, el estadio solo había acogido encuentros de alto perfil, como los grandes derbis o partidos de Champions League.
Aunque Chelsea y Arsenal son dos de los clubes más grandes del país, el cambio más significativo llegó cuando el Everton, un equipo de mitad de tabla en la liga femenina, tomó una decisión similar. Esta tendencia no se ha limitado a Inglaterra. En Alemania, el Bayern de Múnich inauguró la temporada en el Allianz Arena, reuniendo a 57.000 espectadores y estableciendo un nuevo récord de asistencia en la Frauen-Bundesliga.
Récords de traspasos pulverizados
El aumento de la inversión también se ha reflejado en el mercado de fichajes. En 2025, la cifra récord por una jugadora se ha superado en varias ocasiones. El Chelsea fue el primero en elevar el listón, tras haber establecido el récord en 2020 al fichar a Pernille Harder desde Wolfsburgo por 343.000 euros.
Cinco años después llegó el siguiente hito. Las Blues pagaron unos 850.000€ por la defensora estadounidense Naomi Girma, campeona olímpica y considerada una de las mejores centrales del mundo. Emma Hayes, exentrenadora del club londinense y ahora seleccionadora de Estados Unidos, la describió como la mejor defensora que ha visto jamás.
Las Gunners optaron por una estrategia diferente. Alessia Russo y Mariona Caldentey llegaron como agentes libres, mientras que la delantera inglesa Chloe Kelly se incorporó de forma definitiva tras su cesión desde el Manchester City. Tras conquistar la Champions League, el Arsenal realizó un fichaje de impacto al pagar algo más de un millón de euros al Liverpool por la delantera canadiense Olivia Smith, estableciendo brevemente un nuevo récord.
Ese récord no duró mucho. En EE. UU., Orlando Pride fichó a la extremo mexicana Lizbeth Ovalle por 1,25 millones de euros.
El verano terminó con otra sorpresa. El London City Lionesses, propiedad de Michelle Kang y que se preparaba para su primera temporada en la Women’s Super League, apostó fuerte. Entre los fichajes estuvieron Danielle van de Donk, procedente del Lyon, y Alanna Kennedy, de Angel City, pero el movimiento más llamativo fue la llegada de la capitana del PSG, Grace Geyoro, por 1,6 millones de dólares (1,37 millones de euros), redefiniendo una vez más el mercado.
El cuento de hadas europeo del Arsenal
La campaña de Champions League del Arsenal ha dejado una de las historias más destacadas de la temporada. En la final, el club venció al Barcelona por 1-0, poniendo fin al dominio del conjunto español y devolviendo el trofeo a Inglaterra por primera vez desde 2007. Las londinenses siguen siendo el único club inglés que ha conquistado esta competición.
Pocos esperaban que llegaran tan lejos. El Barça alcanzó la final con autoridad y buscaba su tercer título consecutivo, mientras que el camino del Arsenal hacia Lisboa estuvo lleno de obstáculos.
El equipo superó varios sustos en las eliminatorias. Una derrota por 2-0 en casa del Real Madrid en cuartos de final fue remontada con un 3-0 en Londres. En semifinales, la historia se repitió: el Arsenal se rehízo de una derrota en casa ante el plantel lionés con una actuación decisiva en Francia.
La final se disputó en Lisboa el 24 de mayo. El Barcelona llegó como campeón de liga, mientras que el Arsenal venía de perder en liga ante Aston Villa y Brighton. Sin embargo, bajo la dirección de Renee Slegers, el Arsenal se impuso desde el inicio. Tras una primera parte sin goles, la suplente Stina Blackstenius marcó el tanto decisivo en el minuto 74.
La celebración llegó al pitido final. Para la segunda capitana, Leah Williamson, el momento fue especialmente emotivo. Se unió al Arsenal con solo nueve años y presenció el triunfo de 2007 como mascota infantil. En 2025 ha sido la capitana del equipo, además de elegida mejor jugadora de la final.
Sigue aquí la Champions League femenina 2025/26.
Inglaterra revalida su corona
La defensa del título europeo de Inglaterra se ha basado en la resiliencia. Durante las eliminatorias, las Lionesses no estuvieron por delante ni un solo minuto en el tiempo reglamentario. Aun así, se ha convertido en el segundo equipo, tras Alemania, en retener la Eurocopa.
El éxito llegó bajo la dirección de Sarina Wiegman, que ha logrado su tercer título europeo consecutivo, tras ganar previamente con la Países Bajos en 2017 y con Inglaterra en 2022.
La final ante España fue muy igualada. Tras un empate 1-1 en 120 minutos, las británicas se impusieron en los penaltis, con C. Kelly anotando el lanzamiento decisivo. Antes, en semifinales, la mencionada atacante también había marcado el gol de la victoria en la prórroga ante Italia.
Inglaterra comenzó el torneo sin el cartel de favorito claro. España, vigente campeona del mundo, partía como principal candidata, mientras que Inglaterra afrontaba la cita con varias bajas importantes, como Mary Earps, Fran Kirby y Millie Bright. Una derrota inicial ante Francia aumentó las dudas.
Sin embargo, esas dudas se disiparon a medida que avanzaba el torneo. Las inglesas lograron victorias contundentes ante Países Bajos y Gales en la fase de grupos y volvieron a mostrar su habitual fortaleza mental en las eliminatorias. En la final, la portera Hannah Hampton fue clave en la tanda de penaltis.
El triunfo de las Lionesses ha puesto de relieve una constante de este año: el éxito en el fútbol femenino depende cada vez más no solo del talento, sino también de la profundidad de plantilla, la confianza y la capacidad de resistir bajo presión.
