Su inicio fue muy lento, sin darle minutos en el comienzo de la Ligue 1 hasta que no estuviera físicamente apto y con la suficiente confianza como para que su mente se olvidara de las lesiones y se pudiera centrar, de verdad, en su juego. En esa idea, cuando entró en la rotación, empezó a recordar al futbolista al que el Barça le dio el 10 como heredero de Leo Messi.
Ansu Fati marcó seis goles en un período en el que alguno en Barcelona se echaba las manos a la cabeza por haber firmado una opción de compra de 'sólo' 12 millones de euros. En su debut, en Champions ante el Club Brujas, marcó un tanto. Tan solo tres días después firmó un doblete en apenas 45 minutos en su estreno en la liga francesa, contra el Metz. Y volvió a mojar frente al Lorient en la siguiente jornada. Y en la siguiente también por partida doble ante el Niza disputando los 90 minutos.

Pero todo cambió a mitad de octubre... el Mónaco prescindió del técnico austríaco por los malos resultados colectivos y llegó Sebastien Pocognoli. Y con él se le cerraron las puertas al extremo, algo en lo que tuvo que ver alguna pequeña molestia física. Tras los primeros tres encuentros como titular, empezó a ser utilizado como revulsivo, sin llegar en la mayoría de choques a 20 minutos.
Para colmo de males, el futbolista cedido por el Barça se ha pasado todo el mes de diciembre lesionado con una rotura de fibras en el isquiotibial. No juega desde el 29 de noviembre. Su futuro no pinta nada halagüeño, si bien aún tiene seis meses por delante para recuperar esa notable versión que se le vio en sus inicios monegascos.
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